La ciencia ya ha comprobado que los nanoplásticos presentes en la comida y en el aire llegan a nuestra sangre e incluso a la leche materna, y se acumulan en las arterias, aumentando el riesgo de ictus e infarto. La investigadora Ana Cañas intoxica a peces cebra en el laboratorio para entender cómo estas minúsculas partículas nos afectan a los humanos.
La ciencia ya ha comprobado que los nanoplásticos presentes en la comida y en el aire llegan a nuestra sangre e incluso a la leche materna, y se acumulan en las arterias, aumentando el riesgo de ictus e infarto. La investigadora Ana Cañas intoxica a peces cebra en el laboratorio para entender cómo estas minúsculas partículas nos afectan a los humanos.
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