Dracolino, Pirindicuela o Chusco, son algunos de los personajes que nos guían en el universo de Begoña Ibarrola. El cosmos de esta experta en inteligencia emocional lo habitan dragones, hadas y animales de toda índole. Actores vergonzosos, orgullosos o solidarios que representan todo un mundo emocional y que se proponen ayudar al lector a comprender sus propias emociones. La lectura, señala la escritora, “es como un espejo donde el lector se ve reflejado y encuentra incluso solución a sus problemas”. Begoña Ibarrola, se licenció en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en musicoterapia, inteligencia emocional y ejerció como psicóloga infantil durante quince años. Descubrió que las historias eran una poderosa herramienta terapéutica y hoy, volcada en la escritura, la investigación y la docencia, ya ha publicado más de doscientos cuentos, que han sido traducidos a una decena de idiomas. Un extenso trabajo que ha dado lugar, entre otras, a las antologías ’Cuentos para aprender a convivir’, ‘Cuentos para educar a niños felices’ o la colección ilustrada ‘Cuentos para sentir’. “En cuanto los profesores trabajan las emociones con los alumnos, el clima del aula cambia, aumentan los rendimientos y disminuye la ansiedad”, asegura la experta que lleva más de dos décadas formando a docentes y familias en educación emocional. Sueña Ibarrola con una escuela sin asignaturas, inclusiva, accesible y de calidad. “En los planes de formación del profesorado hay que considerar el desarrollo de competencias emocionales personales y en el aula”, reclama.
Dracolino, Pirindicuela o Chusco, son algunos de los personajes que nos guían en el universo de Begoña Ibarrola. El cosmos de esta experta en inteligencia emocional lo habitan dragones, hadas y animales de toda índole. Actores vergonzosos, orgullosos o solidarios que representan todo un mundo emocional y que se proponen ayudar al lector a comprender sus propias emociones. La lectura, señala la escritora, “es como un espejo donde el lector se ve reflejado y encuentra incluso solución a sus problemas”. Begoña Ibarrola, se licenció en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en musicoterapia, inteligencia emocional y ejerció como psicóloga infantil durante quince años. Descubrió que las historias eran una poderosa herramienta terapéutica y hoy, volcada en la escritura, la investigación y la docencia, ya ha publicado más de doscientos cuentos, que han sido traducidos a una decena de idiomas. Un extenso trabajo que ha dado lugar, entre otras, a las antologías ’Cuentos para aprender a convivir’, ‘Cuentos para educar a niños felices’ o la colección ilustrada ‘Cuentos para sentir’. “En cuanto los profesores trabajan las emociones con los alumnos, el clima del aula cambia, aumentan los rendimientos y disminuye la ansiedad”, asegura la experta que lleva más de dos décadas formando a docentes y familias en educación emocional. Sueña Ibarrola con una escuela sin asignaturas, inclusiva, accesible y de calidad. “En los planes de formación del profesorado hay que considerar el desarrollo de competencias emocionales personales y en el aula”, reclama.
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