En 1713, Felipe V aprobó la ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres. En 1789, las cortes de Carlos IV votaron su derogación; sin embargo, no fue promulgada. En 1830, el rey Fernando VII promulgó esa derogación, llamada la pragmática sanción.
Así, en 1833, a la muerte del Rey, su hija Isabel fue nombrada sucesora. Desde ese momento, el hermano del Rey reclamó su derecho al trono. Así empezó la guerra entre el bando carlista e isabelino. Guerra que no solo fue dinástica, sino también ideológica, con tintes religiosos y territoriales.
En 1713, Felipe V aprobó la ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres. En 1789, las cortes de Carlos IV votaron su derogación; sin embargo, no fue promulgada. En 1830, el rey Fernando VII promulgó esa derogación, llamada la pragmática sanción.
Así, en 1833, a la muerte del Rey, su hija Isabel fue nombrada sucesora. Desde ese momento, el hermano del Rey reclamó su derecho al trono. Así empezó la guerra entre el bando carlista e isabelino. Guerra que no solo fue dinástica, sino también ideológica, con tintes religiosos y territoriales.
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